- Olvidate! Les dije.
- Dale! No seas así, no te cortes!
- No!, Olvidate!, y sin darles tiempo a que me sigan insistiendo, crucé la calle y me fui caminando, cantando bajito, hacia mi casa.
No conformes con la dosis nocturna, Abigaíl e Ingrid se fueron a la Disco.
Cuando me despierto, eran las 3 de la tarde, y llamo por teléfono a Abigail para ir a tomar mate al lago, como todos los días de sol.
Paso por ella, y mientras pone la pava, le pregunto: -¿Como terminaron anoche?
Voltea la vista, me mira fijo, y con cara de preocupación me dice:
- No sabés lo que paso!!!!
Ella estaba de novia hace 4 años, y vivía con el novio, Santiago, hace 2.
Santiago era chef, y hacía una semana que estaba de viaje por trabajo, a unos cientos de km.
Me contó lo que había pasado y quedé pasmada.
Resulta que en la disco se había encontrado con Heraldo, a quien yo conocía, (ya que trabajabamos en la misma empresa), que tambien había estado en el bar, y que, entre charlas y copas, sin vacilar, la había agarrado desprevenida y tomandola del cuello, le había robado un beso, precisamente justo, frente a los amigos de Santiago.
- ¿Y?, le pregunto ansiosa.
- Me quedé helada, y cuando reaccioné, me dio vergüenza, no tuve otra reacción que irme!
Lógicamente, ahora la nube se venía negra.
Santiago se iba a enterar de una u otra manera.
Las malas noticias siempre llegan rápido, y generalmete, el vulgo, no tiene otra cosa que hacer que ocuparse de las vidas ajenas.
- Bueno, le dije. Lo mejor que podés hacer en este caso, es llamarlo y contarle lo que pasó.
–No!, ¿estas loca?, insistió. - Se pudre todo!
Opciones:
1) La convencí.
2) No la pude convencer.
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